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viernes, 25 de noviembre de 2011

Haydée Santamaría más allá del Moncada


Cuánta tristeza debe haber llevado en sus recuerdos, cuánto dolor debe haberla acompañado en sus días, cuántos deseos de venganza.
Vio el ojo ensangrentado de su hermano, supo del asesinato de su novio, ambos torturados injustamente por el simple hecho de defender una causa justa. Sin embargo, no se amilanó. Fue un ser con una fortaleza natural que sobrepasó la resistencia a la crueldad.
Ejemplo de madre y de trabajadora, cuentan que también de amiga; era toda una mujer.
Las acciones de Haydée Santamaría Cuadrado no quedaron en el Moncada ni en aquellos días de Julio de 1953. Su obra trascendió y está vigente en la cultura cubana; su obra forma parte de la Revolución.
Casa de las Américas, su gran creación, todavía la lleva consigo en cada nueva jornada, en cada labor que emprende.
Roberto Navarro Rodríguez, organizador de la actividad cultural de Casa de las Américas en diálogo con esta reportera habló de la sencillez que caracterizaba a la Heroína del Moncada.
“Era una mujer muy sencilla, muy simple, no se vanagloriaba del cargo. Ella llegaba a la “Casa” y se sentaba en la escalera si tenía que hacerlo, ahí despachaba y luego iba para la oficina. Si traía algo en la mano se lo regalaba al primero que se encontrara, no tenía nada de ella.
“Ella fue alguien fuera de lo común y una persona muy importante para la Cultura no solo de Cuba sino de la América toda.”
Por otra parte, su hija Celia Hart Santamaría (fallecida en un accidente automovilístico) expresó en 2007 en una entrevista a Sierra Maestra que su madre era especial y que cuando ella decidió lo que iba a estudiar, Haydée le dijo que ella estudiaba lo que deseaba y fuera su voluntad, que ella lo único que no podía dejar de ser revolucionaria, esa debía ser su condición primera.
Afirmó su hija que Yeyé, como también le decían, era una persona muy sencilla, quitada de todo amor por lo material. Comentó además:
“Es verdad que mi madre sufrió mucho cuando torturaron a mi tío Abel y le mataron a Boris Luis Santa Coloma su novio, eso nunca se le olvidó y la muerte de el Che ni se diga.”
Haydée Santamaría Cuadrado es un paradigma de femineidad, de amor y consagración al trabajo y al prójimo. Su impronta está en el arte y en la cultura, sus huellas están más allá del Moncada.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Abel, o Benigno, de las Villas a Santiago de Cuba

Villa Clara tuvo la dicha de ser la tierra de una de las figuras más importantes para los preparativos de los asaltos de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Fue un 20 de octubre de 1927, en una casa de madera situada en 2da Norte, en el central azucarero Constancia, Encrucijada, donde nació Abel Benigno Santamaría Cuadrado.
El supuesto productor avícola viaja a Santiago de Cuba en los primeros días de julio de 1953 y se presenta ante el campesino Ángel Nuñez Jurjo a quien solicita las llaves de Villa Blanca, hoy Granjita Siboney. Abel sería el administrador del aparente negocio de crianza de pollos que se establecería en dicha casa de descanso, entonces propiedad de José Vázquez Rojas.
Abel estuvo en Las Villas para el día de los padres, fue la última vez que compartió con su familia, menos con su hermana Haydée, quien lo apoyó en todas las actividades para garantizar las acciones del 26 de Julio.
Según investigaciones realizadas, todo indica que las puertas de Santiago de Cuba son abiertas al joven villaclareño entre los días 6 y 9 de julio.
Consta así, pues el día 6 se presentó ante José Vázquez Rojas para que le hiciera entrega de la casa con el fin de irla limpiando y preparando para el negocio. Mientras en el Registro de Alojamiento del Hotel Rex aparece asentado el día 9, con el apelativo B. Santamaría, es que en la oriental ciudad firmaba como Benigno.
Durante su estancia en la Granjita Siboney, Abel Santamaría hizo buenas relaciones con los vecinos de la localidad. Era uno más entre ellos y nadie sospechó de él en ningún momento, ni siquiera los oficiales de un cuartelito que había al lado de la tienda del “Chino”, lugar que frecuentaba la mayoría de las tardes. Así lo afirman personas que lo conocieron como Tomasa Ofelia Rivera Garzón (ya fallecida) quien en octubre de 2007 dio entrevista a esta redactora.
“Conocí a Abel en la tienda de los chinos de ‘La Anacagüita’, yo estaba casada con el Chino. Era blanco- trigueño, se pelaba bajito, siempre andaba con pitusa y camisa a cuadros.”
“Él iba a la tienda todos los días sobre las cuatro de la tarde, se tomaba una Coca-cola y se comía dos galleticas con queso o con conserva. Nosotros nos poníamos a jugar dominó y Abel se quedaba mirándonos y nos pagaba a todos de lo que él comía; le decía a los chinos que nos sirvieran a nosotros también.”
“Sabía que estaba viviendo en la Granjita, pero no sabía en qué estaba. Era agradable, de lo más tratable, una persona muy cariñosa, así, que compartía con uno como si lo conociera de mucho tiempo.”
Aunque fue muy corta la estancia de este joven revolucionario en la casa que supuestamente se preparaba para criar pollos, en los alrededores lo recuerdan como una persona humana y solidaria. Sus gestos de buena fe y bondad quedaron en el entonces adolescente Rafael Salmon Salmon.
“Conocí a Abel y a los demás asaltantes al Moncada porque mi papá trabajó con ellos como mozo de limpieza y todos los días yo iba a llevarle el almuerzo.”
“No hablé mucho con él, pero sé que era un hombre muy humanitario. Mi hermana más chiquita se enfermó, mi papá la dejó con fiebre y se fue a trabajar así mismo. Cuando yo llegué por el mediodía a llevarle el almuerzo, Abel vino para donde estábamos y preguntó qué cómo seguía la muchachita, le respondimos que estaba bastante mejor y le dijo a mi papá:
- Mi dinero, mi persona y mi carro están a su disposición; un hijo hay que cuidarlo porque un hijo vale mucho.”
Rafael recuerda también la primera vez que fue a los carnavales, gracias a que en el último pago que Abel le hizo a su padre le pagó la semana doble.
Gudelia Llamazares Caso también conoció a Abel Santamaría. “Él era una persona atenta, sencilla, no era de estas que tú ves orgullosa ni nada de eso.”
Gudelia recuerda el 24 de julio, día en que junto a su padrino Nuñez (vecino de frente a la Granjita con quien Abel había hecho muy buenas relaciones), su tía Josefa (esposa de Nuñez) y su prima Mercedes van al Morro de Santiago de Cuba con Abel Santamaría para comprar unas pastillas para los terneros.
“Bajando la loma de Sevilla, Abel le preguntó a Josefa:
- ¿Usted nunca ha ido al Morro?
- No.
- ¿Y al Puerto de Boniato?
- Tampoco.
- Bueno, mire, hoy vamos a ir al Morro y otro día las voy a llevar al Puerto de Boniato.
Llegamos a la farmacia de Ferreiro, compraron la medicina y seguimos para el Morro. Allí una mirando y entonces Nuñez y Abel se apartaron para un lado, mirando para aquí, para allá, conversando. Estuvimos un rato ahí. No sé si tendría que ver algo allí, eso no se sabe porque no dijo nada, a lo mejor tenía algún trabajo que hacer, pero eso no lo sabe nadie. Sólo hablaba de la crianza de pollos y de que tal vez algún día los exportaría.
Luego Abel nos dijo:
- Vamos a tomarnos un refresco o algo así en San Pedro del Mar.
Cuando llegamos el tío mío pagó rápido porque si no dice que Abel no le dejaba pagar nunca nada. Estuvimos un rato, conversando ellos.
De regreso pasamos por el Centro Gallego para ver a un amigo de nosotros que estaba muy enfermo.
A nosotras nos dejaron en la casa y ellos siguieron. Esa fue la última vez que yo vi a Abel. El día 25 no se vio. Se volvió a saber de él el 26 de Julio por la mañana cuando la gente decía que habían asaltado el Moncada, que si habían matado a Abel, todo el mundo preocupado porque es verdad que se ganó el cariño; lo mismo de los trabajadores que de los vecinos. Lamentablemente la noticia fue verdad.”
Abel Santamaría, segundo jefe de la acción del Moncada, había salido en la madrugada del 26 de Julio hacia el Hospital Civil Saturnino Lora con el fin de apoyar el ataque a la fortaleza principal. Combatió hasta el final, haciendo realidad sus propias palabras “… mientras más tiempo estemos combatiendo aquí, más podremos salvar a otros y porque siempre un combatiente tiene que morir sin una bala en el rifle si una bala no lo ha tumbado antes”.
Este joven villaclareño fue capturado por los esbirros de la tiranía y trasladado hasta el Moncada donde fue torturado de la manera más cruel y vil en que se puede tratar a una persona. A pesar de las circunstancias, no claudicó ni se doblegó ante las amenazas; prefirió la muerte antes que defraudar a sus compañeros de lucha. Su fervor revolucionario era tan grande como sus principios. El silencio lo acompañó hasta su tumba.
Su hermana Haydée dijo de él:
“Abel era de unas condiciones de verdad excepcionales, de una bondad extraordinaria y de una rectitud tremenda, de una sensibilidad infinita; de hacer en cada momento lo que se debía hacer. Y consideraba que en ese momento había que hacer eso.”
Hoy, sus restos descansan en el Retablo de los Mártires del Moncada en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba. Hoy se recuerda a Abel, o a Benigno cual hombre que forma parte de la historia.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Martí en Abel y el buen hermano Abel, siempre en nosotros.

“Abel, por desgracia, murió en su primer hecho, por lo tanto muy rápido.” Así dijo Haydée Santamaría Cuadrado en 1967 cuando en la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de la Habana le preguntaran por el pensamiento político de Abel y sus proyecciones.
A continuación agregó que “…era un muchacho muy estudioso (…) encontraba siempre respuesta en Martí”.
“Entonces en Martí estudiaba, leía a Martí y mediante Martí fue buscando otras cosas que ya no trataban solamente de su patria o de América Latina.”
Celia María Hart Santamaría (fallecida en un accidente automovilístico), hija de Haydée Santamaría y Armando Hart; aunque no conoció a su tío Abel, habló en una entrevista a Sierra Maestra en el 2007 sobre las relaciones de este con su madre:
“Mi madre y mi abuela se querían mucho, pero tenían unas relaciones muy tensas porque mi abuela decía que mi madre sólo quería a Abel y Abel sólo quería a mi madre.”
“Cuando Abel se marcha para la Habana, mi madre sale tras él, era al único hermano que le hacía caso y fue el que la enseñó a ser absolutamente martiana.”
“Las fantasías de mi madre era que tenía un abuelo mulato mambí. ¿Qué abuelo mulato va a tener si era descendiente de españoles? Era muy apasionada y Abel siempre fue más contenido, ya en La Habana él tenía una formación marxista. Aún así, realmente la unión entre esos dos hermanos fue muy buena; se fusionaron el talento y la pasión y creo que es lo que le dio a los Santamaría esa luz, que yo digo que son los primeros en descubrir que Fidel Castro es Fidel Castro.”
Los dos jefes de los preparativos para los asaltos de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, se unieron en pensamiento y acción en aquel julio de 1953, porque como dijera el propio Abel: “Todos los cubanos se lo merecen todo, y no importa que nosotros arriesguemos algo para que esos cubanos se den cuenta de que se merecen que por ellos hagamos un hecho y quedemos ahí.”
Y Abel quedó ahí, torturado por los esbirros de la tiranía. A él no le importó verse sin ojos y sin uñas, prefirió la muerte, antes que traicionar a sus compañeros. Por eso a Abel se le recuerda hoy y siempre.
No vio por lo que luchó, pero seguro imaginó lo que íbamos a ver otros: una Cuba fiel a pensamientos y acciones de bien.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Catedral santiaguera: la primada de Cuba

Sus dos torres se alzan desafiantes pretendiendo tocar con sus cruces episcopales el azul de nuestro cielo, seis campanas avisan a la ciudad que ha llegado la hora de la misa y un ángel provincial con su mirada marmórea, sobre el acceso principal, observa enternecido a todos los que se embelecen al contemplar la Catedral Primada de Cuba, símbolo de una historia de más de cuatrocientos años.
La isla de Cuba tuvo su primera catedral en Santiago de Cuba al trasladarse el obispado de Baracoa por expresa solicitud del emperador de España Carlos V. La autorización llegó de manos del Papa Adriano VI. Era el 28 de abril de 1522.
Bajo guano y madera quedaba bautizada la catedral de Santiago de Cuba. Durante casi tres siglos fue el único centro de gobierno eclesiástico en la mayor de las Antillas. La naturaleza pareció darle la espalda, pero los santiagueros supieron cómo levantarla una y otra vez.
Primer Monumento Nacional de Santiago de Cuba y segunda catedral del hemisferio occidental es Basílica Menor Metropolitana.
En la catedral, don Esteban Salas convirtió la capilla de música en un verdadero conservatorio. Oratorios y villancicos se levantaron del pentagrama para legarnos la atmósfera que gestó las primeras obras clásicas de la música cubana.
Historia, religión, arquitectura hallan la comunión perfecta en el interior de esta catedral, pero no solo eso. Bajo sus cimientos descansan los restos del adelantado Diego Velázquez, así como de otras ilustres personalidades.
Vinculada a la historia, la catedral motiva, su arquitectura inquieta y su cultura deslumbra.
Santiagueros y visitantes saben a mirar a sus alturas y guardan en sus pupilas la imagen desafiante de quien se adueña de una ciudad peculiar.
El atrio elevado le da mayor prestancia y constituye un magnífico mirador hacia la antigua plaza de armas, hoy Parque de Céspedes. Esta edificación constituye un paradigma del eclecticismo santiaguero. Desde cualquier ángulo que se mire será distinta, más inclinada, más recta, más angelical.
A ella hay que mirarla entre las nubes y afincada a la tierra de temblores sobrenaturales, en el asombro de quien la descubre y la protege y en el coro que vuela más allá de sus límites. Ella es de la imagen de Santiago: La Catedral Primada de Cuba, Basílica Menor Metropolitana.


La diabetes le resta años a su vida y vida a sus años


La Diabetes Mellitus es una enfermedad metabólica heterogénea y compleja, caracterizada por una elevación permanente de los niveles de glucosa en sangre, debido a una menor producción y/o acción de insulina, que tiene como resultado la incapacidad del organismo para metabolizar los nutrientes adecuadamente.
“Varios factores genéticos y ambientales condicionan la etiología y evolución de la diabetes, habiéndose descrito importantes diferencias entre distintos países y grupos étnicos o culturales, respecto a la prevalencia de la enfermedad y frecuencia de sus complicaciones, explicó Olga Lidia Pereira Despaigne, especialista en Endocrinología.
“Estudios sobre las posibles causas de la DM demuestran que hábitos alimentarios no sanos, sobrepeso corporal, vida sedentaria y estrés, pueden ser desencadenantes de su desarrollo clínico, mientras que el peso corporal ideal, la alimentación balanceada y el aumento de la actividad física lo evitan o retardan.”
Según la especialista el tratamiento de la diabetes es complejo y sus resultados dependen, en gran medida, del nivel de comprensión, destreza y motivación con que el paciente afronta las exigencias terapéuticas. Es por eso que cuidado y educación deben constituir un binomio integral en los servicios médicos.
El 14 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Diabetes en homenaje a Frederik Grant Banting, nacido en esta fecha, pero en 1891, descubridor junto con Charles Best, de la insulina, gracias a la cual la diabetes pasó a ser de una enfermedad mortal a controlable.
Esto se celebra en más de 200 asociaciones que corresponden a la Federación Internacional de Diabetes (FID), en más de 160 países y en todos los Estados que pertenecen a las Naciones Unidas.
En el mundo unos 250 millones de personas viven con diabetes y la FID estima que otros 300 millones están en riesgo de contraer la de tipo 2.
En Cuba la prevalencia de la diabetes es de 31 por cada mil habitantes y ocupa el cuarto lugar entre las enfermedades crónicas no transmisibles.
Santiago de Cuba tiene más de 30 mil pacientes con la enfermedad; 11 mil de ellos en el municipio cabecera, dijo a Sierra Maestra Pereira Despaigne.
“El Sistema Nacional de Salud (SNS) en Cuba no ha estado ni ajeno ni a la zaga dentro de este contexto. En los albores de 1970, el Instituto Nacional de Endocrinología (INEN) creó el Centro de Atención al Diabético, primero de su tipo en América Latina, y cuya función principal es la educación diabetológica”, comentó la Endocrinóloga.
En la provincia existe un Centro de Atención Integral al Diabético donde enseñan a los pacientes a convivir con la enfermedad y garantizar estilos de vida sanos.
“Desde el punto de vista económico, las inversiones para educar al paciente diabético sobre su autocontrol diario son mucho menos costosas que los gastos clínicos y terapéuticos para atender una amputación, aplicar láser a un paciente con retinopatía, o establecer un tratamiento dialítico ante una insuficiencia renal. Desde el punto de vista de calidad de vida, vida socialmente útil y bienestar general de la población, prevenir es mejor que curar, y promover salud, mejor que prevenir enfermedades”, concluyó la doctora.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Cardiocentro santiaguero: un corazón que no deja de latir


Con cerca de 6000 intervenciones quirúrgicas el Cardiocentro de Santiago de Cuba arribará al aniversario 25 de su fundación, en enero próximo.
Esta cifra, en la que se incluyen las intervenciones de urgencia que siempre serán más riesgosas y complicadas, la suman tanto las operaciones abiertas (con circulación extracorpórea) como cerradas, con una supervivencia general de un 95%, según informó Héctor del Cueto Espinosa, Doctor en Ciencias, profesor Titular, Consultante y de Mérito y Director del Cardiocentro de Santiago de Cuba.
En este cuarto de siglo el 75% de las operaciones ha sido a corazón abierto.
Desde hace algo más de cinco años se inició en esta instalación hospitalaria la cirugía coronaria a corazón latiendo, proceder que es mucho más beneficioso para el paciente, ya que no es necesario utilizar la circulación extracorpórea, es más rápida la recuperación del operado, menos el estadio hospitalario y menor el costo.
“La mortalidad en este tipo de cirugía es de 2.9%, lo cual es un índice muy satisfactorio, sobre todo, si se tiene en cuenta el incremento de la edad de la población, pues una gran parte de estos pacientes son mayores de 65 años”, dijo del Cueto Espinosa.
En la intervención de los aneurismas de la arteria aorta ascendente se han perfeccionado las técnicas quirúrgicas.
“La arteria aorta ascendente efectúa en la parte superior del tórax un arco que se llama arco aórtico y del cual emergen las arterias que van a irrigar el cerebro y en el actual año hemos abordado la cirugía de este riesgoso segmento con buenos resultados; es la primera vez que se realiza en el país”, explicó el especialista.
Las enfermedades que más se intervienen quirúrgicamente desde el punto de vista cardilógico son las cardiopatías isquémicas y las afecciones valvulares.
El Cardiocentro de Santiago de Cuba, Colectivo Moral desde 1994, atiende a las provincias desde Las Tunas hasta Guantánamo, que incluye más de 4 millones de habitantes; es el que más área de atracción tiene.
Desde su fundación el 12 de enero de 1987 ha trabajado por la superación científica de todo el personal y de forma constante hace revisiones de las conductas asistenciales en las distintas entidades clínicas, con vista a lograr cada vez más una mejor atención a los pacientes.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Cristian, arrancado de los brazos de la muerte


Aquellos vómitos podían ser propios de los niños a esa edad, además, en él no eran inusuales. Aun así, en casa se le mantuvo la observación.
Con la noche llegó el sueño de todos en el hogar, pero en la madrugada el bebé despertó para alimentarse. Luego de amamantarlo la madre tenía las piernas ensangrentadas; el niño tenía sangramiento anal. Rápidamente la familia toda se pone en función de la criatura, lo llevaron para el Hospital Infantil Norte (ONDI).
El reloj todavía no marcaba las seis de la mañana. Los médicos sospechaban que podía ser una invaginación intestinal o un sangramiento digestivo. Comenzaron a hacerle exámenes. Deciden trasladarlo para el Hospital Infantil Sur (La Colonia). Ya el niño estaba deshidratado. Se confirma la invaginación intestinal.
Pasadas las tres de la tarde del 18 de junio de 2011 llevan a Cristian Alejandro Hervás Chávez, de dos meses de nacido, al quirófano. Al salir del salón de operación el cirujano le informa a la familia que era una invaginación muy grande y los pronósticos no eran buenos, había que esperar.
A Cristian Alejandro lo ingresan en terapia intensiva. Al día siguiente hace un paro respiratorio, comienza el abdomen a distendérsele, no respondía a los equipos. Todo el personal médico se pone en función Cristian. Dice Caridad Rodón, la abuela materna, que Dairon, el ropero, se convirtió hasta en mensajero e iba una vez y otra de la farmacia a terapia.
Logran entubarlo y a través de un abordaje profundo que le habían hecho le pasan los medicamentos. Estaba muy crítico, en cualquier momento podía fallecer.
Los médicos decidieron arriesgarse a una segunda intervención quirúrgica. Solo tenían la sospecha de lo que podía ser; abrieron al azar. Los especialistas confirmaron el diagnóstico que habían pensado: una necrosis intestianl en el tramo que se había invaginado. Le hacen la resección de 23 centímetros de intestino.
Lo dejaron en terapia intensiva unos 10 días, reportado primeramente de muy crítico, luego de grave y con pronóstico reservado.
Hizo una sepsis generalizada, la cual le provocó una insuficiencia renal, un distréss respiratorio y otras complicaciones que lo reportaban de crítico.
Al mejorar lo pasan para terapia intermedia y luego para la sala de Cirúgía. En la madrugada del día que pensaban darle el alta, hizo fiebre. Por la mañana la abuela, que lo cargaba, se da cuenta de que el bebé tenía los intestinos afuera. Al asitirlo, el cirujano le informa a la familia que una vez más había que llevarlo al quirófano por una evisceración. Sale bien, se recupera. Finalmente el niño se va de alta, evolucionó satisfactoriamente.
Su familia pasó los ratos desagradables, los desvelos, las horas de llanto y los momentos angustiosos en que mantenían la incertidumbre porque existían grandes probabilidades de que llegara la fatal noticia.
Hubo instantes en los que ángeles, arcángeles, santos y patrones les acompañaron en ocasiones de desesperos. Y por supuesto, la fe y la confianza en el personal médico, paramédico y de los servicios no se les desvincularon ni un segundo.
“De corazón te digo que en ese hospital existen todos los valores humanos. No sabemos cómo agradecer a todo el personal que tanto nos ayudó, sin diferencias, desde la pantrista hasta la recepcionista. Nos dieron apoyo incondicional e hicieron todo lo posible porque el niño se salvara”, dijo a Sierra Maestra la abuela del bebé.
También Dunia, la madre, habla de la tristeza que sentía y de lo que significa tenerlo salvo y sano de regreso en el hogar. Y la pequeña Carla, la hermanita, lo abraza y lo besa como si fuera su más grande muñeco.
Mencionaron nombres como Liset, Quintana, Jorge, Jesús, Ñiquito, Roberto, Pablo, Félix y Mohamed, un residente extranjero que afirmó que ese era un logro y un milagro de la medicina cubana. Aunque faltó nombrar a otros, la gratitud es a todos, es al Sistema de Salud Pública.
Según los especialistas del Servicio de Cirugía del Hospital Infantil Sur la invaginación intestinal (introducción de un segmento del intestino dentro de sí mismo) es frecuente, sobre todo en menores de dos años. Las causas son generalmente idiopáticas (desconocidas) aunque en algunos niños mayores ha habido determinadas razones: tumores, un paquete de lombriz o cuerpos extraños como semillas.
El caso específico de este bebé es una rareza por la complicación que hizo luego de operarlo de la invaginación intestinal; ese ejemplo sí es inusual.
Ya Cristian tiene siete meses y sus ojos vivarachos no muestran a un bebé arrancado de los brazos de la muerte, sino a una criatura con deseos de vivir, sano y con una sonrisa infantil, a veces convertida en carcajadas.



Castillo del Morro: entre el mar y las montañas


Estamos en el siglo XXI, ya por las aguas que rodean a Cuba no entran piratas ni filibusteros, y aun así, la Fortaleza de San Pedro de la Roca o Castillo del Morro, como todos lo conocen, parece guardar la bocana oriental.
Para impedir las frecuentes incursiones que los bucaneros y corsarios hacían a Santiago de Cuba durante todo el siglo XVI y XVII, los vecinos de la zona levantaban parapetos y reductos en todo el litoral de la bahía, pero estas obras realizadas sin ingenieros y sin arte, resultaban inútiles.
Es entre 1638 y 1700 que se construye San Pedro de la Roca por necesidades defensivas y para salvaguardar la ciudad.
Bañada por las aguas del Caribe y acariciada por las nubes, se levanta sólida esta fortaleza sobre el farallón de la bahía santiaguera. Se erige de manera impresionante en un peñasco a 74 metros sobre el nivel del mar y de frente a este.
Sus gruesos muros, torres y murallas, muestran las huellas del arte militar desarrollado en Italia, España y Cuba entre los siglos XVI y XIX. Tiene una gran riqueza arquitectónica con un alto valor estético e histórico considerado el ejemplo más vasto y completo exponente de los principios de ingeniería militar del Renacimiento en el Caribe.
El Sitio Histórico Castillo del Morro incluye a otras fortificaciones aledañas que completaron, en aquellos siglos, el sistema defensivo.
Actualmente toda la historia del Morro se recoge en el Museo de la Piratería, situado en la propia fortificación.
La fortaleza San Pedro de la Roca fue declarada Monumento Nacional el 25 de diciembre de 1979. Años más tarde en 1997, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) la declara Patrimonio de la Humanidad.
Al recorrer los diferentes espacios del castillo, queriendo o no, haces una retrospectiva en el tiempo, logras remontarte a otras épocas. Llegan a parecerte raros sus dos pozos ciegos y sus dos baluartes.
Si gustas de la naturaleza, este puede ser un saludable lugar; lo mismo consigues abarcar con la mirada el ancho mar o las montañas de la Sierra Maestra que compartir la caída de la tarde con La Puesta del Sol.

De antaño viene la historia del castillo

El oro, las tierras, luego sus productos, el afán de conquistas, eran razones suficientes para que corsarios, piratas, filibusteros y bucaneros rondaran por los mares de la región oriental y llegaran a penetrar en la ciudad de Santiago de Cuba.
Inicialmente los coterráneos de las zonas costeras intentaban protegerse con construcciones hechas por ellos mismos, pero el esfuerzo era fallido, pues la ausencia de diseño y la arquitectura incipiente constituían un fracaso.
Se hacía imperioso salvaguardar a Santiago de Cuba de un ataque naval, pues las riquezas de la más grande de las islas del Caribe continuaba siendo una atracción. Y qué mejor lugar para perpetrar y saquear que esta parte del oriente. La necesidad de protección de la villa y de los intereses de la Corona Española llevaron a la determinación de construir la fortaleza del Castillo del Morro San Pedro de la Roca, que toma dicho nombre por Pedro de la Roca y Borja entonces gobernador de este territorio oriental, de quien partió la idea de la edificación.
Fue entre 1638 y 1700 que se realizó la construcción, considerada por los conocedores de la materia, como una de las obras defensivas más formidables ejecutadas por los ibéricos en el entonces conocido como Nuevo Mundo. Su principal diseñador y arquitecto fue el famoso ingeniero militar italiano Juan Bautista Antonelli.
Aún cuando Santiago de Cuba estaba protegida para evitar ataques y saqueos fue penetrada y en otras ocasiones, amenazada.
Allá por el año 1553, la entonces capital de la más grande de la isla del Caribe, fue víctima de un sádico ataque, realizado por el sanguinario corsario francés Jacques de Sores, quien tomó la villa oriental y permaneció en ella durante 80 días. En ese tiempo cometió todo tipo de ultrajes y saqueos.
Muchas consecuencias directas trajo consigo este ataque que fue el primero, mas no el único. Veinte años después el filibustero inglés Henry Morgan, tomó la fortaleza luego de la huída del jefe de la guarnición y la tropa. Con posterioridad, entre los años 1741 y 1745, escuadras inglesas intentaron tomar por asalto el castillo, pero fueron ahuyentados por los cañonazos.
Cuando en 1898 durante la intervención de Estados Unidos en la guerra hispano-cubana, una de las escuadras de los interventores intenta penetrar en el puerto de Santiago de Cuba fue un fracaso la acción. A pesar de ser menor el alcance de fuego de los cañones de la fortaleza del Morro que el de la flota estadounidense, hundieron el acorazado norteamericano Merrimac. Fue esa la última vez que dispararon los cañones de la fortaleza San Pedro de la Roca o Castillo del Morro.
Esta edificación la reconstruyeron en 1978, ahora es un mirador hacia el mar o las montañas; la vista se pierde en el horizonte y aún parece sentirse el olor a hierro y el zumbido de una época que llega a nosotros a través de muros y paredes.






miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un río de agua salada


Nació en Sabanilla, un campo del  municipio de Songo- La Maya. Desde pequeño andaba detrás de los tomeguines y construía caravanas para  cazar torcazas, negritos y otros pajaritos comunes en la zona.
Todavía no tenía edad para ir a la escuela y ya sabía desahijar las matas del tabaco, amarraba los terneros, pasaba la cerca del quitaipón para buscar guayabas y otras frutas.
Luisito, creció en ese ambiente campestre. De niño conocía de algunas semillas y la época en la que se sembraban, teniendo en cuenta el calendario lunar, para lograr una mejor producción; era todo un sabiondo campesino.
En las tardes, el juego de dominó devenía una gran fiesta de los guajiros de la zona que llegaban hasta casa de Luis para compartir la llegada de la noche.
Así, volvía un día y otro la misma historia. A veces se iban a los cañaverales a buscar güines para hacer papalotes o se subían en las matas a tumbar anoncillos aunque resultara un peligro.
En otras ocasiones se iban a mudar de potrero a las reses y a darles agua al río. Por supuesto, esa era buena oportunidad para darse un chapuzón.
El río era para estos niños una piscina natural, ahí jugaban, se echaban agua unos a otros porque siempre el viaje era de cuatro o cinco chicos de fincas cercanas, cazaban pececitos.
Luisito solo había ido a la ciudad por cuestiones de salud, y como no era un niño enfermizo, solo conocía bien el campo y sus dones.
Un día, preparan los cooperativistas un viaje a la playa. Esa noche no pudo dormir porque por mucho que le explicaban no tenía idea de cómo era el lugar al que lo llevarían.
Se imaginó la playa de muchas maneras, de todos los colores, de varios tamaños. Llegó la madrugada y con esta la salida del campo a la ciudad.
Arribaron a la playa, todos se bajaron, Luisito todavía no la había visto y cuando su mami se la enseñó solo le dio tiempo a expresar a toda voz:
¡Qué río más grande!
Pero su mayor sorpresa fue que cuando entró a bañarse, aquel río era de agua salada.