"Enseñar
puede cualquiera,
educar
solo quien sea un evangelio vivo."
José de
la Luz y Caballero.
Tal vez las más nuevas generaciones ni siquiera
hayan escuchado sobre él. Algunos quizás lo conozcan por referencias y
anécdotas contadas por padres, abuelos, amigos... Otros, como esta redactora,
regresarán a sus años en el Instituto Pre Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE)
Antonio Maceo donde en cualquier pasillo se escuchaba decir: "¡Pélete y
aféitete!" o "¡Quítese ese macramé de la cabeza!", frases
legendarias que llevan por nombre Máximo Barrena Ibarra.
HACIENDO
HONOR A SU NOMBRE
Natural de Matanzas, comenzó a trabajar con muy
poca edad, pues la época lo imponía. "Comencé desde niño. Ya a los doce
años estaba en la agricultura, vendía palo para escoba y para hacer
tendederas... "Ante la convocatoria del Comandante me incorporé como
maestro voluntario en Minas de Frío, luego en otro lugar y en otro hasta que
estuve en los Brazos del Peladero, cerca del Pico Turquino. "Cuando bajé
de la Sierra Maestra estudié, estudié y me hice Abogado, pero siempre trabajé
en Educación. "Fue precursor en la creación de las escuelas de oficios y
en la incorporación de jóvenes desvinculados a este tipo de enseñanza.
MÁXIMO:
UN ÍCONO DE LA VOCACIONAL
A esta instalación educacional fue a la que
dedicó la mayor parte de su vida, de su tiempo, de su entrega... Muchas son las
anécdotas que podrían contarse sobre él, pero las de "pélete y
aféitete" "quítate el tuernoqui ese" y "quítese el macramé
de la cabeza" han trascendido de voz en voz; otros aún sienten en su pecho
el regaño por la camisa desabotonada. Cuentan que cuando había juegos de
béisbol en el estadio, a veces él iba y los muchachos que se habían fugado de
la vocacional, no sabían dónde meterse. En otras ocasiones esperaba al día
siguiente y mandaba a subir a todos los que habían ido al juego. Entonces uno a
uno salía de la formación a pararse delante del resto en la plaza. Y como en realidad
ninguno sabía a quién Máximo había visto y a quién no, pues ellos mismos se
entregaban. Caminaba un tanto inclinado hacia un lado, y con sólo dar par de
palmadas, todos se ponían en firme. El alumnado podía estar desordenado y
disperso, pero al escucharlo decir: "¡A formar!" bastaba para que
cada quien tomara su posición. Y si por casualidad alguno de los estudiantes
sabía que estaba haciendo algo indebido y veía venir aquel Moskvich beige,
entonces el corazón se le ponía a galope. Máximo estuvo pendiente siempre de
los alumnos de la vocacional. No permitía la entrada de personal ajeno al
centro y corría tras aquellos que iban al centro a ver a sus novias o en plan
conquista. Nunca temió enfrentar a ninguno. Muchas veces se quedó sin comer por
darle su bandeja de comida al que no hubiera alcanzado. Era intransigente con
la atención a los alumnos; había que servirles la norma.
LA FAMILIA: RETAGUARDIA SEGURA
Y mientras él dedicaba sus días al trabajo en
la escuela, en casa una familia seguía en la cotidianidad, cual retaguardia
segura. María del Carmen Rivero Rubio es su esposa hace 41 años y cuenta que a
veces se pasaba hasta tres días sin ir a la casa, dedicado por completo a la
vocacional. "Lo de él era trabajar y estar atento a la vida interna de la
escuela. Sé lo que él representaba para esa escuela. ¡Y cómo los alumnos lo
respetaban!" Ella, maestra también, lo conoció casi en la década del '70,
mucho antes de iniciar la relación. Hasta trabajaron juntos. Luego ella vivió
en otros lugares del país. Años después, cuando regresa a Santiago de Cuba,
vuelven a coincidir y desde entonces comenzó a consolidarse el amor que ya ha
superado las cuatro décadas. "María me amarró con sogas y cadenas",
dice entre risas. ¿Sería quien además lo ancló Santiago de Cuba? Bueno... Lo
cierto es que ella le ha acompañado siempre y ahora que ambos están jubilados,
uno es el complemento del otro.
OTROS
HABLAN DE ÉL
Aunque la cantidad de comentarios y anécdotas
casi se vuelven incontables, escogimos de la red social Facebook algunos textos
que le dedicaran ex alumnos al profe.
Luisa
María Duharte Martínez: “Se ponía en el
comedor a decir ´vamos, no hablen que esto no es un restaurante y tienen tres
minutos para acabar que todos quieren comer´. Actualmente gracias a él apenas mastico
la comida. Todos me preguntan que por qué como rápido y yo solo sonrío.
Nosotros lo queríamos y queremos mucho.”
Diame Pupo: “No había falda corta que aguantara
ni bemba pintada, pero siempre fue por el bien de sus muchachos y por preservar
la disciplina que exigía un centro de excelencia como el IPVCE...Gracias y
muchos años de vida que lo merece después de haber luchado tanto con nuestras malcriadeces.”
Surina González Viel: “Conservo
aún unos rayoncitos en mis piernas que me hizo el marabú corriendo para que no
me sorprendiera fugada en la recreación del pedagógico...prefería la sangre en
mis piernas que un regaño suyo... Eso sí era respeto a un docente. Lo admiro
tanto…
Emilia Pupo Figueredo: Todo el que pasó por la vocacional
tiene una anécdota con Máximo, esta es la mía: Me decía "espejuelos",
como a todos los miopes de la escuela. Yo era una "puntualita", no
novios, no recreación, no fugas... Hasta el día que me regalaron una trusa para
el cumpleaños y había que usarla. Yo misma planifiqué la "misión" y
el grupo se sumó. Todo fue un éxito, pasamos la noche en la playa y en la
mañana regresamos. Pero el regreso fue un desastre, nos dispersamos y tuve que
entrar sola. Como nunca había saltado una cerca entré por la puerta de la
unidad 4, chorreando agua, en trusa, short y chancleta; ahí me encontré a los
cuatro directores de las unidades y a Máximo haciendo huerto con estudiantes
castigados. De más está decir que me morí literalmente, los nervios me dieron
por apretarlo todo y caminar pa´lante como si nada, mientras todo se ponía
oscuro y oía a los profesores llamarme escuché a Máximo que les decía: ¡No, no,
no, déjenla! Todavía no sé cómo llegué al dormitorio y cuando lo conté nadie me
creyó. Nunca me regañó ni mencionó el incidente, me salvó de una expulsión
segura en aquellos tiempos de régimen super estricto, yo lo venero y quiero que
él lo sepa.
Daniel Montoya Pérez: Un
día pasé doble en el comedor, yo pensé que lo estaba cazando, y él era el q me
estaba velando. ´Oye varón, ya usted pasó´, me dijo y le contesté que sí pero
que tenía más hambre… y él le ha dicho a la tía ´sírvame ahí´… pa´ qué fue eso.
Me sirvieron una bandeja de arroz, una de carne rusa, una con guineos hervidos,
una con mermelada de mango, una jarra de refresco, aquello fue apotioso. ´¿Pero
pa´ qué tanto?´ -le pregunté- ´¿Usted no tenía hambre? ¡Coma!´ ¡Qué pena, no me
lo pude comer todo! Y me dijo: ´Si Ud. quiere, vuelva a pasar doble´. Más nunca
en mi vida lo he hecho en ningún lugar. Él es lo máximo, jajaja…
CUANDO SE AÚNAN VOLUNTADES
Imposible es publicar cada línea que le han
dedicado, ni siquiera resumiendo las anécdotas, cabrían en una edición de este
periódico. Cuando se habla de él, todos quieren opinar, compartir una historia,
saber de su vida, agradecerle... Recientemente en un grupo de Facebook llamado
IPVCE Antonio Maceo y cuya foto principal es casualmente la imagen de Máximo,
alguien propuso realizarle una ayuda entre todos como muestra de
agradecimiento. Con el fondo recaudado se le compraron pertenencias y otros
artículos para su uso. El resto del dinero se le transfirió a su tarjeta de
jubilación para que él disponga de este en lo que le sea útil y necesario. El
valor de esta acción no es monetario, sino es como un agradecimiento al profe.
Es como cuando los hijos les damos a nuestros padres lo que podemos como una
recompensa al sacrificio en nuestra crianza, que aunque es el deber de ellos,
no deja de ser una tarea difícil. Toda obra o acción que se haga en beneficio
de este paradigma de la Educación será poco para magnificar la obra que fundó
con dedicación a su labor.
UN HÉROE
SIN TÍTULO
No hubo tarea, por complicada que fuera, que no
terminara. A todas les ponía empeño y tesón. Además de ser maestro y hacerse
Licenciado en Derecho, tiene el grado de Capitán. Fue a Angola como político de
la unidad. "Y preparado para pelear", afirma. Estuvo en varios países
con misiones específicas. ¡Y las cumplió! Aunque el IPVCE fue su obra cumbre,
otros sitios podrían cronicar el modo en que se dedica a cada labor y la
responsabilidad con la que ha asumido cada reto. Cuando los años duros del
periodo especial no conoció de imposibles y comenzó a consolidar los
autoconsumos de la escuela. Sembraban tomate, remolacha, yuca, calabaza y
cuanto producto pudieran emplear en la alimentación. Además se inició la cría
de cerdos y carneros, que si bien no fue la solución definitiva, ayudó a paliar
la alimentación en días de crisis. Y todo el tiempo Máximo Barrena estuvo ahí,
acompañando a los muchachos y enseñándoles valores de laboriosidad. Aunque a
pesar de todo su sacrificio y de todos los años de empeño, nunca recibió el
título de Héroe del Trabajo, no le faltaron otras condecoraciones y medallas
que avalan su espíritu. Y por supuesto, tiene el mayor de los reconocimientos:
alumnos que lo adoran y lo llevan consigo con gran orgullo, cual héroe de
corazón.
LA VOCACIONAL
EN EL RECUERDO
"Mis mejores años fueron en la Vocacional.
Es imposible que pueda recordarlos a todos. A veces me paran por la calle y me
dicen que estudiaron allá y me recuerdan. "Yo los sigo amando. Y muy
importante, todos han cogido una carrera que les ha dado dentro o fuera del
país." Se enorgullece de verlos formados como buenos profesionales,
médicos, ingenieros, abogados, maestros... y sobre todo, buenas personas. Y el
orgullo es recíproco, pues él contribuyó en nuestra formación, en hacer de nosotros
los hombres y mujeres que somos en la actualidad, esos que no lo olvidamos ni
con el paso del tiempo. Ya su salud no es la misma, ha perdido visión, sus
pasos son más lentos, pero está ahí, a las puertas de los 78 años, que cumplirá
el próximo 29 de mayo. Y pasarán muchos años; unos aquí, unos allá, algunos en
otro mundo, pero todos con Máximo en el corazón. Él seguirá siendo el ícono
legendario de la Vocacional, el ilustre de "pélete y aféitete".
Excelente artículo. Buen trabajo. Felicitaciones.
ResponderEliminarAl profe Máximo siempre lo recordaremos con cariño y añoranza de esos años de preuniversitario, los mejores.
Gracias. Un abrazo
EliminarBuen artículo Nalena. Gracias y Felicidades. ♥️♥️♥️♥️
ResponderEliminarCreo que aunque quisieras no podrías incluir aquí o sintetizar todo el amor y el respeto que cada uno de nosotros aún le profesa....su mayor mérito es que siempre será el ejemplo que nadie quiere defraudar
ResponderEliminarGracias nale espectacular tu articulo.muchos años de vida para ese gran hombre que hace honor a su nombre MAXIMO!!!
ResponderEliminarGracias por esta publicación , mis más sinceros respeto y consideraciones al prof Máximo, recordar es volver a vivir, realmente lo llevamos dentro, es difícil, imposible hablar del IPVCE ANTONIO MACEO sin mencionan a máximo!
ResponderEliminarMimiiii...que lindo te quedo él articulo.Felicidades y gracias x hacer extensivo estos detalles d nuestro querido profesor que estoy segura muchos no conocían.Besitos
ResponderEliminarGracias profesor sus enseñanzas siguen en mi vida diaria, ya tengo 55 años y sigo fiel a lo aprendido, geacias por su devocion con todos nosotros, yo soy de la segunda promocion term8nanos 1982. Un abrazo grande profe
ResponderEliminarImposible olvidar a nuestro Máximo. Tuve la dicha de estar en la Vocacional con él. Son muchos los recuerdos.
ResponderEliminarCurso 2006-2009.
ResponderEliminarHermana me hiciste recordar, que alegría esa época. Muchas felicidades por el escrito. Máximo es un padre pata todos nosotros, nos educó u preparo para la vida, es un ejemplo de entrega y dedicación.
ResponderEliminarGracias a todos por sus comentarios.
ResponderEliminarOh! Hermoso,sin palabras. Que buenos recuerdos protagonizados por Máximo. Gracias.
ResponderEliminarFELICITACIONES MALENA JALES RIVERO Y ABRAZO A MÁXIMO TENEMOS LA MISMA EDAD....Y UNA VIDA PARECIDA...SIEMPRE PRIMERO EL OTRO. H.L.V.S.
ResponderEliminarQUIERO ESTAR COMUNICADO CON EL GRAN MÁXIMO TIENE FACCE ?
ResponderEliminarExcelente articulo...!! Gracias Nalena.. Nos has hecho recordar a todos, esos años hermosos que pasamos en la Vocacional..!! Yo soy de la generación que paso 6 años en el centro. 3 de secundaria y los 3 de preuniversitario.. del 1982 al 1988..! Infinidad de anécdotas tengo para contarte del Profe Maximo...!! pero solo te diré una.. Creo que tengo el record de ser el único.. o al menos el primero al que de un solo regaño.. me dijo sus tres frases célebres.. Alumno.. Abrochete..Pelete.. y Afeitete...!! jajajaja.. En 9no grado tuve que afeitarme por primera vez en mi vida...!! Larga vida.. y mucha Salud para el Profe...!! Ah.. y para terminar me gustaría saber en qué año estudiaste tú la Vocacional...??
ResponderEliminarUn abrazo para ti..
Saludos.. Vaneguita..!!
Magnifico comentario, que a no pocos nos saca las lágrimas de añoranza por quienes,en los años vividos en tan prestigioso centro ( 1993-1996)nos marcaron,y lo digo,por experiencia propia;a pesar de dónde estemos y por lo q hayamos experimentado posteriormente en la vida....esa época si me marcó,y le agradezco lo que soy hoy por hoy... Gracias a esa disciplina exigida no solo por Máximo,sino por casi todo el claustro del centro... Salud para Máximo y su familia....
ResponderEliminarBella publucación se la merece a mi me quito varias veces el coquito como olvidarlo
ResponderEliminarExcelente publicación para quien formó varias generaciones de buenas personas. Muchas felicidades por honrar a nuestro Maximo.
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