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martes, 13 de septiembre de 2016

Escalinata “Padre Pico”: orgullo de los santiagueros



En una ciudad sobre lomas, por llamarla de alguna manera, algunas calles escalonadas alivian el ascenso por las empinadas subidas de la geografía de la caribeña Santiago de Cuba.
Emplazada en la antigua loma de Corvacho, la calle-escalinata Padre Pico ha creado su propia identidad por la peculiaridad de sus características.
Es la más grande de las tres escalinatas ubicadas en el barrio santiaguero El Tivolí. Cuenta con 52 escalones, agrupados en 13 bloques de 4 peldaños cada uno y 12 descansos.
Cada uno de sus escalones tiene una historia que contar. En la intersección de las calles Padre Pico y Santa Rita fue velado el cadáver de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria. Cerca de un siglo después cayó combatiendo el joven Antonio “Tony” Alomá durante el alzamiento del 30 de Noviembre de 1956.
Este segmento de la urbe oriental tuvo otras denominaciones como “Loma de boca hueca”, “Cuesta de Amoedo”, “Loma de piedra”, “Calle de los leganitos” “Loma de Corvacho” que fue la que por más tiempo perduró y debía su nombre a Juan Corvacho, bodeguero que tenía su negocio en la esquina próxima.

La escalinata actual fue construida en 1899 bajo los auspicios del entonces alcalde de la ciudad Emilio Bacardí y Moreau que decidió dedicarla a quien fuera Deán de la Catedral, el Dr. Bernardo Antonio del Pico y Redín (Padre Pico), por el ejemplo de su vida y el amor que prodigaba a sus feligreses.
Según datos históricos fue inaugurada oficialmente el 2 de octubre de 1903.
Desde antes y hasta la actualidad ha sido inspiración de poetas y pintores. Unos, ya acostumbrados a subirla constantemente; otros se maravillan al conocerla y algunos se sofocan de solo saber que tienen que ascender por sus escalones. Pero siempre está ahí, presente y dispuesta a que le hagan una nueva instantánea: oronda y empinada es la reconocida escalinata Padre Pico.


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