En una ciudad sobre
lomas, por llamarla de alguna manera, algunas calles escalonadas alivian el
ascenso por las empinadas subidas de la geografía de la caribeña Santiago de
Cuba.
Emplazada en la
antigua loma de Corvacho, la calle-escalinata Padre Pico ha creado su propia
identidad por la peculiaridad de sus características.
Es la más grande de
las tres escalinatas ubicadas en el barrio santiaguero El Tivolí. Cuenta con 52
escalones, agrupados en 13 bloques de 4 peldaños cada uno y 12 descansos.
Cada uno de sus escalones
tiene una historia que contar. En la intersección de las calles Padre Pico y
Santa Rita fue velado el cadáver de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la
Patria. Cerca de un siglo después cayó combatiendo el joven Antonio “Tony”
Alomá durante el alzamiento del 30 de Noviembre de 1956.
Este segmento de la
urbe oriental tuvo otras denominaciones como “Loma de boca hueca”, “Cuesta de
Amoedo”, “Loma de piedra”, “Calle de los leganitos” “Loma de Corvacho” que fue
la que por más tiempo perduró y debía su nombre a Juan Corvacho, bodeguero que
tenía su negocio en la esquina próxima.
La escalinata actual
fue construida en 1899 bajo los auspicios del entonces alcalde de la ciudad Emilio
Bacardí y Moreau que decidió dedicarla a quien fuera Deán de la Catedral, el
Dr. Bernardo Antonio del Pico y Redín (Padre Pico), por el ejemplo de su vida y
el amor que prodigaba a sus feligreses.
Según datos
históricos fue inaugurada oficialmente el 2 de octubre de 1903.
Desde antes y hasta
la actualidad ha sido inspiración de poetas y pintores. Unos, ya acostumbrados
a subirla constantemente; otros se maravillan al conocerla y algunos se sofocan
de solo saber que tienen que ascender por sus escalones. Pero siempre está ahí,
presente y dispuesta a que le hagan una nueva instantánea: oronda y empinada es
la reconocida escalinata Padre Pico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario