La mente recurre al pasado y se reencuentra con los años en el Pre- Vocacional de Ciencias Exactas Antonio Maceo cuando ya no éramos niños y todavía no éramos jóvenes; época en que los sueños se veían distantes, pero posible, tiempos del primer amor y de la ilusión por volverlo a ver, a escondidas.
Casi desde que me gradué en 2002 se me ocurrió convocar a todos los egresados de ese año a reencontrarnos en 2012, o sea, 10 años después de graduados. La idea ha gustado y se ha regado entre todos. Ya creamos un grupo en Facebook para reunir a los que estamos en el ciberespacio.
Nos graduamos 614 en la Unidad 2. Muchos no están en Cuba. Algunos viven con sus familias en países extranjeros y otros cumplen misión internacionalista. Están también los que regresaron a su pueblo y los que se quedaron en otras provincias del país.
En la tarea de lograr los nombres de todos, Maurice Cabrejas quien fuera en 12mo grado Presidente de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) de la unidad, y yo fuimos hasta la vocacional en los primeros días de enero de este año.
Desde que enfocamos el camino que da a la escuela comenzamos a remembrar los lugares en los que hacíamos producción. Pasamos por una finca en la que por poco me dejan botada en un campo de habichuela, pues me había quedado dormida.
También ahí Ariagna Felipe, mi amiguita del aula, se hizo la desmayada para que nos llevaran para la escuela. ¡Qué holgazanas éramos!
Maurice y yo seguimos y fuimos directo para la Dirección General donde nos buscaron los registros de matrículas y mi gentil colega hizo fotos página por página. Luego vino el periplo al centro y con este la nostalgia.
Fuimos hasta lo que era el grupo 201. Le hicimos fotos a la plaza, al pasillo central, al aéreo. Vimos de lejos la piscina, en la que nunca nos bañamos. Coincidimos con algunos profesores que nos dieron clases. Recordamos algunas experiencias.
Tal vez olvide la Universidad, pero la Vocacional ocupa el espacio que no ocupa el adiós definitivo. Ojala y fructifique el reencuentro después de 10 años. Pensamos hacerlo en los días finales de la primera quincena de diciembre de este año o en los primeros de la segunda.
Entonces nos volveremos a ver. Muchos ya con hijos. La mayoría casados. Algunos más gordos, otros más delgados. Todos más adultos, con rostros de hombres y mujeres, no ya con aquellas caritas de niños inocentes. Solo me queda una duda: ¿Todos seremos más maduros?
¡Cuánta nostalgia cuando pienso en la beca! Los recuerdo a todos. He olvidado muchos nombres, pero no los rostros. Nos vemos.