Los orígenes del chisme y su práctica son tan antiguos como la misma existencia humana; se dice que es la prehistoria del periodismo hablado.
El chisme está arraigado a las costumbres de los pueblos y aunque muchos se lo achacan a un mal de las mujeres, estas no lo tienen monopolizado; los hombres también lo practican, son chismosos vergonzosos.
Aún el poder no ha podido apartarse del chisme ni los poderosos han podido prescindir de los chismosos, llamados correveidiles.
El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia define el chisme como noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna. La definición incluye variantes como la calumnia y la difamación, incluidas en casi todos los códigos penales del mundo.
El hombre ha encontrado en el chisme un arma de guerra, que aunque no es sangrienta, mata el prestigio y la honra de quien se dice, se habla o se difama.
Aunque es triste, es muy usual escuchar las habladurías de unos con otros respecto a un tercero, el cual está ausente a los comentarios que sobre él existen, pero que a la vez habla con su semejante del prójimo; en fin, es una gran cadena en la que unos hablan de otros y los otros de los unos.
Y yo me pregunto, ¿qué nos aporta tanta maldad? ¿Por qué no decirle a cada quién lo que pensamos? ¿Por qué desahogarnos con otro que no es el responsable de nuestro mal y lo que puede es constituir un eslabón más en la perversa cadena del rumor?
A veces los malentendidos entre colegas devienen chismes, los cuales contaminan el ambiente laboral con angustias y rencores. Lo mismo sucede entre los vecinos y hasta con la propia familia.
Si al final todos somos seres humanos ¿por qué estar hablando en mal por las espaldas, por qué no aclarar los problemas de forma correcta y como seres civilizados y cultos?
Tampoco entiendo cómo existen quienes les hacen el juego a los habladores y se prestan para escucharlos, creo que son tan chismosos los que hablan como los que se vuelven oídos y opinan.
Cuando se es el receptor, es muy difícil ser imparcial, pues siempre el emisor de la calumnia, o la infamia va a poner en tela de juicio a la víctima y manipulará la información a su conveniencia, buscando la complacencia o aceptación de quien escucha.
En ocasiones los chismes están dados por sentimientos de venganza o envidia.
En fin, creo que es más inteligente dejar de estar pendientes a los demás y preocuparnos un poquito más por ser mejores; pensar en cuál es la manera ideal de hacer para construir y no para destruir.
Será más sano y placentero mirar de frente a los ojos sin que la conciencia se te remuerda. Entonces, amigo lector, aunque es más fácil “ver la paja en el ojo ajeno”, “no le tire piedras al techo ajeno si el suyo es de cristal”.
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