Hablar de relación de pareja puede ser tan tierno como tan triste, eso depende de cómo se lleven ambos miembros. La violencia conyugal es un fenómeno que está afectando a muchas relaciones, aún cuando ni siquiera sus integrantes saben que están siendo perjudicados.
No necesariamente hay que agredir físicamente o hablar en voz alta, una simple incomprensión o un gesto desagradable puede ser una muestra de violencia en la que esté involucrado uno u otro miembro, o ambos a la vez. Según estudios, a escala global, la violencia conyugal se establece del hombre a la mujer en un 75%, de las veces
En ocasiones, la violencia conyugal es el resultado de los patrones de relación en las familias de origen. Padres que les gritan y maltratan a los hijos porque no entienden que son niños y hacen cosas propias de la edad; padres que discuten en cualquier lugar sin pensar que el mejor momento para hacerlo es a solas, en la intimidad.
Las relaciones de pareja son un convenio; comienzan con el conocimiento de ambos miembros, intercambios de criterios, puntos de vistas, análisis de situaciones, siempre en sana paz y buscando el completo que le falta al ser humano: alguien con quien contar en cada momento de la vida. Lo primero que debe suceder, es la buena selección de la pareja, que ambos tengan intereses similares y sean lo suficientemente compatibles como para establecer una relación. El día que no sea así, lo mejor es una separación, sin males mayores, de mutuo acuerdo.
Lamentablemente no siempre es como debiera ser, en ocasiones las relaciones se tornan agresivas y el intercambio entre los miembros de la pareja, violento. ¿Por qué llegar a esos extremos? ¿Y la comunicación dónde está? ¿Es que acaso no nos damos cuenta que esas conductas pueden dañar tanto a quienes la sostienen como a quienes están en los alrededores, incluyendo los niños, uno de los eslabones más débiles?
Ante situaciones de crisis en las parejas hay que ser muy inteligente, pasivos, mantener la cordura y no perder nunca la comunicación, esa que nos ha acompañado desde el mismo surgimiento de la especie humana.
La falta de comunicación puede traer consigo desde daños sentimentales hasta agresiones con lesiones graves, incluso, homicidios. Además, provoca perjuicios colaterales a familiares cercanos.
La comprensión, compatibilidad y confianza de la pareja, evitará la violencia conyugal y favorecerá las buenas relaciones humanas, el sano crecimiento de los hijos y la estabilidad de la familia.
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