Pequeño:
Quiero
escribir a ti que llegaste a este mundo sin pedírselo a nadie. Necesito decirte
cuán significativo eres. No importa que seas de aquí o de allá, que seas blanco
o negro, que seas rico o pobre, que sepas o no leer. Nada de eso es
representativo ahora. Solo quiero reiterarte que eres muy importante.
Eres
un encanto. Tu alma angelical ilumina el universo. No existe vida sin infancia,
no existe el mundo sin ti. No interesa que mañana crezcas, ojalá te hagas un hombre
de bien. Entonces otros serán tan importantes como lo eres ahora.
¡Ay
pequeño! Toda sonrisa infantil es una inyección de alegría. Todo rostro de niño
es vitamina para el alma.
Pequeño,
hoy quiero repetirte muchas veces cuán importante eres; recuerda siempre que gracias
a ti el mundo existe.
Me
despido confiando en tu permanente alegría:
La infancia
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