Ha recorrido millas y millas de Holguín a
Santiago de Cuba y viceversa. Entre risas afirma conocer cada detalle del
trayecto, la ubicación de cada árbol y quién sabe si hasta los olores por
tramo.
Hace más de diez años se complementa así parte
de la vida del holguinero”, Rey, Reynaldo o “manos de oro”, como a veces le
llaman, viaja de su Holguín natal hasta esta ciudad para entregarse al
Cardiocentro santiaguero, como cirujano cardiovascular.
Entrevistarlo era una deuda que tenía, pues
me resultaba conmovedor el hecho de saber que alguien de otra provincia
prestaba servicios en nuestro ´Santiago´ y que además, es impulsor de las
cirugías cardiovasculares en esta instalación hospitalaria.
Luego de una extensa conversación es aquí el
resultado. Entonces me enorgullezco de presentarles a Reynaldo Ramírez
Berdasco, profesor asistente y Especialista en II Grado en Cirugía
Cardiovascular, casi un hijo adoptivo de este territorio oriental y más que
eso, un médico de honor.
Aunque en el preuniversitario le gustaban las
matemáticas, la física, los números y pudo haber optado por otra profesión, él estaba
seguro que quería Medicina.
“Siempre me gustó a pesar de que no tenía
contacto con esta, salvo por las enfermedades que padecían mis abuelos. Recuerdo
que en casa siempre era un problema inyectar a mi abuela y había que buscar quien
lo hiciera. Esto un tanto que me influyó. Cuenta mi mamá que una vez dije: ´yo
me voy a hacer médico para que se acaben todos estos problemas´.
Lástima que no le dio tiempo inyectarla, pues
esta fallece cuando aún cursaba la secundaria. Sin embargo, tal vez fue su
inspiración para un buen doctor.
“Cuando me gradué hice el servicio social en
un lugar conocido como Janata en el municipio Calixto García. Después fui
director de una posta médica, rural también, por otros dos años en un poblado
llamado Vista Hermosa que atendía 11 escuelas del plan de escuelas al campo y
10 consultorios médicos de la familia.
“Luego regresé a la ciudad de Holguín a hacer
la especialidad en Medicina General Integral, la cual terminé en el 2000. De
ahí pasé a ser el secretario del Comité del Partido del hospital Lenin.”
Para el 2002 Reynaldo cursa el diplomado para
cuadros de primer nivel en la Escuela Ñico
López en La Habana y a su regreso lo promueven a miembro del buró profesional
del Partido del municipio cabecera que atendía la esfera de Salud, Educación,
Cultura y Deporte. Ahí estuvo cinco años, completamente desvinculado de la
medicina.
“El trabajo del Partido ayuda a disciplinarte, tomar conciencia de
los problemas, darle atención y seguimiento, organizarte, estos elementos y
muchos más sirvieron después para mi formación como cirujano cardiovascular.”
Para ese tiempo es cuando el Comandante en
Jefe Fidel Castro comenta de hacer un centro de cirugía cardiovascular en
Holguín.
“Me interesé por eso, pues había sido alumno
ayudante de Cirugía General y no había podido obtener la especialidad, pues
como me gradué con Título de Oro correspondía entonces el servicio social rural.
“Tras un concurso obtuve la plaza solicitada y
vine a Santiago de Cuba a formarme en octubre de 2008 como especialista en
Cirugía Cardiovascular durante 4 años. Al terminar me mantuve vinculado y desde
entonces estoy aquí prestando mi asistencia y reparando corazones enfermos.
Fue así como Ramírez Berdasco se quedó en el centro
al que hoy le dedica largas horas de labor.
“Ya en el 2014, dada la necesidad imperiosa
de potenciar el personal médico aquí, entre ellos cirujanos cardiovasculares
fui aceptado y prácticamente estaba solo.
Jamás olvidar que el Dr. Héctor del Cueto, entonces director del Cardiocentro
(ya fallecido), me dijo: ´ahora tienes que asumir el peso de la cirugía, sobre
todo la coronaria, la congénita y la compleja porque no tengo a más nadie con
quien hacerlo´ y había que mantener indicadores de supervivencia superiores a
95%.
“Su voto de confianza fue para mí un reto al
tener que asumir las decisiones de un colectivo y darle la seguridad para que
visualizara en la cirugía cardiovascular el futuro. Él me dio la posibilidad y
yo asumí el desafío. Me obligó a intensificar la preparación, tener más
consagración en ese sentido y así se continuó una escuela que ya estaba
avanzada de la cirugía de revascularización miocárdica.
“El profesor del Cueto confió en mí
primeramente como residente, y luego como cirujano ya que una vez que me hice
especialista me dio la posibilidad de continuar vinculado a este Cardiocentro.
“Hace dos años de su muerte y sigue siendo mi
principal compromiso el no defraudar su pensamiento y no perder la valía científica
de este personal. Es lo que más me ata y aunque muchos comentan
en la calle, en pasillos, que me iré,
porque no he logrado establecerme en Santiago de Cuba como viviente, digo…mis
pacientes, y el latir mejorado de sus corazones, la tranquilidad de muchas
familias, de los que me esperan cada día para ser intervenidos quirúrgicamente,
en momentos de urgencias y otras
consultas hacen vuelva siempre a esta ciudad de la cual me siento hijo. Creo
que Santiago tiene el don de llevarse la mejor etapa de mi vida.
“La mayor parte de mis éxitos como cirujano
cardiovascular se los debo a Santiago de Cuba. La preparación que hoy poseo
desde el punto de vista profesional se lo debo a este Cardiocentro. Aquí he
logrado cambios de categorías docente. Logré ser especialista en I y II grado
en Cirugía Cardiovascular. He crecido como cirujano, al extremo de asumir el
mayor volumen de la cirugía más compleja que se realiza en este territorio.
Este especialista, aunque joven, es el
corazón de una instalación que se le ha aprehendido. Cada año promedia entre
100 y 120 operaciones.
Aún recuerda la primera intervención que hizo
como cirujano cardiovascular. Fue una sustitución valvular aórtica a un
santiaguero de nombre Virgilio.
“Por azar de la vida, mi ayudante fue el
profesor Héctor del Cueto. En ese momento por supuesto que eran muchísimas las
tensiones a pesar de que fui venciendo un grupo de escalones para llegar a ser
el cirujano principal de ese caso, o sea, ya tenían la seguridad de que estaba
en condiciones de operar. Había sido muchas veces ayudante y en ese momento el
profesor del Cueto me dio una confianza extrema. Yo creo que ese día ni habló y
el caso salió perfecto.
“Recientemente le di reconsulta a Virgilio. A lo mejor él no sabe y nunca le he dicho, pero lo cierto es que anda
por ahí y está muy bien.”
“Siempre que voy a operar un caso, por
sencillo que sea, me genera estrés e incógnitas, la realidad es cuando tienes el corazón en las manos. Siempre pienso que quien está en
la mesa quirúrgica tiene familia, es
puntal de un hogar o es alguien muy
querido, incluso por la sociedad o por la comunidad donde vive y eso crea
tensiones.
“Quizás me he acostumbrado a convivir con esa
adrenalina y hasta tengo la necesidad de sentirla. Cada paciente para mí es un
reto nuevo aunque sea el mismo proceder que hago frecuentemente, cada corazón
tiene sus características.
“He tenido experiencias, buenas y malas.
Pudieran resumirse en algo tan complejo como que el corazón es un órgano que
sorprende. Muchas veces estoy en el quirófano pensando que todo va bien y
comienza una arritmia con complicaciones que cambia el curso de la intervención y
viceversa.
“Las principales las tengo cuando opero
niños, lo cual me genera un estrés adicional y verdaderamente quisiera
intervenir a adultos, pero no a pequeños, a pesar de ser razón de mi actividad.
Una vez pregunté por él y la recepcionista me
respondió: ´ está aquí, pero si te digo dónde´, entonces supe que era muy
difícil hallarlo en una ubicación exacta.
“Me gusta caminar el hospital; recorrerlo es la
única manera de saber qué está pasando aquí. Cuando no estoy en el salón de
operaciones, paso por la sala de adultos, la de mujeres, miro el rostro de los
pacientes, observo a los que ya tengo operados, pero también veo a los que
están pendientes para cuando vaya a una
discusión colectiva del caso, me lo conozca. También voy con mucha frecuencia
al salón de Hemodinamia donde se hacen las angiografías porque así constato los
resultados de todos a los que la coronariografía da criterio quirúrgico. Paso por la sala de
terapia para saber del estado de los que operé, si hay que rectificarles algo,
si existe alguna complicación…Voy a ecografía y miro algunos estudios, es la
manera de comparar las imágenes que traduce el Ecocardiograma con el resultado
del proceder quirurgico.”
Con esta explicación bien puede entenderse
por qué a veces te dicen: ´sí, lo vi aquí o allá´, ´está en este o en aquel
lugar´, o sencillamente, ´está en el hospital, pero no sabemos dónde´.
“ Tuve la oportunidad de ser alumno ayudante de
cirujanos brillantes en Holguín, aún les comento que las habilidades que tengo
se las debo porque fue en ellos las vi. Esa escuela la he perfeccionado con los
del Cardiocentro Santiaguero.”
Al hablar de la ética y la verdad para
comentar a pacientes y familiares sobre la operación afirma:
“Hay dos maneras de abordar la relación con
el paciente y su familia. Al primero por supuesto que muchas veces no le
transmito toda la gravedad de su caso porque es quien será sometido a la
cirugía, un corazón dañado esta siempre sensible, solo le doy confianza y certeza
de que todo va a salir bien.
“A los familiares sí les informo que el paciente
está en esas condiciones porque ha sido el resultado de su vida y de un grupo
de enfermedades que en muchos casos se han unido. A ellos sí les hablo más
claro y les digo que puede haber complicaciones durante y después del proceder
quirúrgico, que pueden ser leves, graves e incluso ocasionarles la muerte. Y se
lo digo así porque es el consentimiento informado de que lo que vamos a hacer
no es un proceder sencillo.
“Cada día que opero un caso es una
experiencia distinta. Muchas veces les hablo fuerte al equipo quirúrgico y
después que todo pasa pido disculpas y entienden el momento lo exigía. Por eso
siempre que salgo del salón trato de sonreír, de usar una jarana, de no estar
molesto nunca porque es la única manera que tengo de cuidar también mi corazón.”
Este cirujano cardiovascular no ha dejado de
atender el quirófano, no ha dado de lado a los amigos, no ha abandonado a los
suyos. Y a pesar de sus viajes frecuentes y del poco tiempo que pudiera tener
no ha olvidado la superación.
“Hay que buscar el tiempo, lo que quizás haya
que quitárselo a otras actividades, tal vez el domingo no puedas pasear y
tengas que dedicarlo a hacer una búsqueda o una revisión bibliográfica.
“Si hay eventos, hay que participar de alguna
manera. Si hay un curso tienes que buscar las horas, ya sea para pasarlo o para
impartirlo. Hay que hacer el momento para desde la asistencia lograr
categorización científica y docente, que aunque es un poco complejo, es el
único modo de mantener la continuidad y transmitir más conocimientos a las nuevas
generaciones. Se necesita mucho sacrificio y hay que limitarse en muchas tareas
para concentrarse en otras.”
Así es Rey, un hombre común, una gente
especial, alguien que ama su trabajo y cada día pone lo mejor de sí por los
pacientes, por los colegas y amigos y por la familia, que aunque lejos, no está
desatendida.
“Por lo general viajo todos los fines de
semana. Cuando vine en el 2008 mi hijo mayor tenía 14 años y la hembra 10,
ambos adolescentes. Entonces tener que venir a Santiago me desvinculaba un poco
de su formación y educación. Mi principal reto era ver cómo los encaminaba. Hoy
Adrián hace cirugía pediátrica y Alina está en segundo año de Estomatología.
Afirma que para haber logrado todo esto hubo
una excelente retaguardia que no flaqueó y menciona a su esposa Dalia Beatriz y a sus padres. Alaba a su madre
quien fue un puntal enorme y dice se hizo médico junto con él.
“Además, aun cuando me hallaba acá operando,
estaba también pendiente de lo que sucedía allá.
“He tenido semanas en las que he viajado
diario porque he tenido familiares enfermos , no he podido suspender las
actividades quirúrgicas y entonces vengo temprano y continuo mi labor.
La distancia de la familia ha sido muy
complicado.
“Han
pasado años, si lejos pero con el consentimiento individual de que mi accionar
es por la única razón de salvar vidas y consolidar mi profesión para esto ha
existido la comprensión de todos, mi apuesta
sobre todas las cosas es continuar en la formación de un equipo
quirúrgico sólido que responda y mantenga indicadores de calidad.
No me
imagino fuera de este mundo. Darle más vida a un corazón enfermo, es lo que más
me gusta. Yo me he puesto a pensar cuando ya no sea cirujano en el futuro, cuando
ya no pueda operar , entonces verdaderamente no sé… eso es lo que más me
preocupa porque no quisiera nunca, nunca dejar de entrar al quirófano aunque
sea a mirar porque sé que con los años las habilidades se pierden y las capacidades
disminuyen.”
A este hombre que cura almas y sana corazones
además del quirófano y la cirugía cardiovascular le gustan las actividades
manuales. Cuando tiene algún tiempo libre disfruta ponerse a hacer algo que lo
saque de la rutina como pintar una pared, trabajar la mecánica, estudiar y
escuchar música en inglés, y otras que lo absorba en el tiempo y lo saque de lo
cotidiano. Le gusta tener amigos, estar a tono con las tecnologías armar
rompecabezas, arreglar un reloj, unos espejuelos…
“La vida para mí es la única oportunidad de
tener interacción con los seres humanos que te rodean. Eso hay que disfrutarlo
y hay que aceptar a las personas como son, con sus defectos y virtudes. La vida
es tan enriquecedora en ese sentido que si no tenemos una actitud optimista, un
pensamiento positivo, confianza en el futuro y e nuestro desarrollo profesional
y como persona, yo creo que no sería vida porque no existieran motivaciones y
una vida sin motivaciones, no es vida.
“El concepto de calidad de vida es muy
subjetivo y personal. Para mí es entrar todos los días al salón, operar, tener
una realización en el orden profesional, ser una persona útil a los demás. A lo mejor para otros leer un libro o jugar a
la pelota es calidad de vida.
“Creo mucho en la amistad. Creo que el que no
tenga amigos es como un árbol sin hojas. Tengo un alto concepto de la amistad y
no restrinjo la posibilidad de dársela a los desconocidos, pero que sea
recíproco depende de ambos. Por lo general trato de ser amigo y si no puedo,
por lo menos trato de ser un buen compañero.
“He tenido que operar a hijos de grandes
amigos y he tenido que operar a grandes amigos, de esos a los que llamas
hermano. Y me he cuestionado si hacerlo o no. Termino haciéndolo porque no
quisiera que salieran de otra manera que no fuera bien y eso me lleva a la
perfección en lo que hago.
Con su especialidad, sencillez, ha logrado
una extensión de su familia, pues por lo general cada paciente que opera se
siente endeudado y no existe mejor modo de agradecer que hacerlo uno más de los
suyos y sentirse parte de los de él.
“Claro, eso se va sumando. Todos agradecen,
la medicina también, no hago más que hacer de mis conocimientos un binomio
perfecto con mis manos, en busca de un desenlace final como es el de regalar
tranquilidad y sonrisas en todas esas familias que saben que pueden contar
conmigo y todo un equipo de profesionales que me apoyan en el salón.
“Como olvidar que entre tanto se multiplica
en mi amor profundo por la Cirugía Cardiovascular, por esta
especialidad que me permite hoy ser hombre de bien y de caminos recorridos por
la esperanza, por la vida de quienes me
necesitan, de quienes a la vez me hacen fuerte y mejor ser humano.
Conversar con este especialista es un regalo
de sabiduría, buenas prácticas y excelentes sentimientos. Ojalá se haga la luz para
seguir tras sus milagros en Santiago.
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