Se
les encuentra en toda la ciudad. Abrazan a los niños, dan la mano a los
adultos, posan para la foto. No se les ve la cara; todos tienen un rostro
común: un atuendo los disfraza de Chaguito.
Están
en La Alameda, en el Parque de los Sueños, en el zoológico, en Plaza de Marte,
en el Paseo Patrimonial Las Enramadas o en algún otro lugar donde haga falta un
brazo amigo o representar a Santiago de Cuba.
Saludarlos,
colocárseles al lado o solicitarles una foto son instantes que agradecen niños
y adultos.
Nadie
sabe si alguno de ellos está triste o preocupado, pues como dice el escritor
Juan de Dios Peza en su poema “Reír llorando”: “El carnaval del mundo engaña
tanto, / que las vidas son breves mascaradas; / aquí aprendemos a reír con
llanto, / y también a llorar con carcajadas”.