Ernestico, un pequeño
de ocho años, no sabe qué es la tacha, tampoco ha jugado trompo nunca, pero que
a nadie se le ocurra competir con él en destrezas en juegos electrónicos, pues muy pocos serían sus
rivales.
Él dedica muchas
horas frente a la computadora o con sus videojuegos en el televisor. Así sucede
con otros niños de su edad que se ensimisman en un mundo digital y no
necesariamente para entretenerse en juegos didácticos.
Padres y demás
adultos se sienten tranquilos cuando los pequeños están embelesados con sus
videojuegos y no saben a veces el daño que les hacen al permitirles estar tanto
tiempo en dicha actividad. Por ejemplo, se comienza a presentar problemas de
socialización.
Miriam Musle Lavalle,
Máster en Psicología de la Salud Infanto-Juvenil y especialista en Psicología
en el Hospital Infantil Sur Antonio María Béguez César, explica que hay quienes se han
convertido en adictos. “Generalmente pierden la noción del tiempo y de los
horarios. Incluso, los hay que comienzan a presentar dificultades desde el
punto de vista intelectual y del aprendizaje”.
“No podemos negar que
existen juegos didácticos digitales que son maravillosos porque contribuyen a
aprender y ejercitar la mente. Tampoco se trata de eliminar completamente los
juegos electrónicos, sino de dosificarlos y que el niño no los asuma como una
sola y única actividad.”
Según comentó la
especialista no son pocos los que llegan a las consultas con problemas de
violencia, lo cual se debe precisamente a que los juegos electrónicos
preferidos son los de combate y los de carreras de carros que generan una alta
dosis de adrenalina.
Entonces pues,
evitemos caer en tentaciones de la post-modernidad; logremos el balance y el
justo medio entre los juegos tradicionales y los videojuegos para desarrollar
el intelecto y no frustrar las habilidades necesarias en el proceso de enseñanza
y aprendizaje del niño y su desarrollo psico-social y mental.
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