José Ángel Álvarez Cruz hace un
mes que ya no estás y no me adapto a saberte en otro mundo.
Aún
siento tu voz por los pasillos del periódico y me retumban al oído tus gritos: “Jiribillita
Jares Rivero”.
Todavía
el negro Guibert se coge a punto de mencionar tu nombre cuando me entrega las
fotos y habla de la estimulación.
Seguro
Wicho sigue pensando que hubiera preferido despedirte con rones sobre todo tu
cadáver y un pueblo todo tras tu féretro.
Para
tus mujeres del departamento nada ha sido igual desde entonces. Todos
extrañamos el tono de tu voz y esa palabra precisa en el momento oportuno.
La Yami
tuvo que asumir tu posición, pero como ella misma dice: Nunca ocupará tu lugar.
Todos
andamos cabizbajos, por lo menos en este recinto; todos te queremos de vuelta
aunque ya sabemos que estás de viaje a la eternidad.
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