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jueves, 1 de octubre de 2015

Ancianidad: el secreto de la juventud acumulada



La longevidad es una gran fortuna, pues llegar a la tercera edad es una dicha de la que no todos gozamos.
A veces adolecemos del don de la comprensión para con estos seres que por condiciones propias de la edad suelen ser olvidadizos o se pierden en el tiempo.
En ocasiones no comprendemos que ellos también necesitan amor y sentirse parte de la familia. Hay que darles actividad y escuchar sus criterios, que formen parte del diálogo y se les tenga en cuenta antes de decidir.
Actualmente casi 700 millones de personas superan los 60 años y se estima que para 2050 serán 2 mil millones, lo cual significaría más del 20% de la población mundial.
Cuba es uno de los países latinoamericanos más envejecidos, lo cual constituye una preocupación para el futuro.
Cada 1 de octubre se celebra el Día Internacional del Anciano, instituido por la Organización de las Naciones Unidas en memoria de Ema Godoy Lobato, escritora mexicana que dedicó su vida al trabajo a favor de ese segmento poblacional.
Hoy se multiplican las acciones de buena voluntad para quienes en algún momento nos cambiaron el pañal o nos llevaron a la escuela; para esos cuyas arrugas y canas les indican que han pasado los años, pero aún así, siguen siendo muy importantes.
Querer a los ancianos, darles amor y comprenderlos es una gentileza con los que en su juventud acumulada atesoran innumerables experiencias y la oportunidad de haber llegado tan lejos en el tiempo.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Hace un mes que ya no estás



José Ángel Álvarez Cruz hace un mes que ya no estás y no me adapto a saberte en otro mundo.

Aún siento tu voz por los pasillos del periódico y me retumban al oído tus gritos: “Jiribillita Jares Rivero”.

Todavía el negro Guibert se coge a punto de mencionar tu nombre cuando me entrega las fotos y habla de la estimulación.

Seguro Wicho sigue pensando que hubiera preferido despedirte con rones sobre todo tu cadáver y un pueblo todo tras tu féretro.

Para tus mujeres del departamento nada ha sido igual desde entonces. Todos extrañamos el tono de tu voz y esa palabra precisa en el momento oportuno.

La Yami tuvo que asumir tu posición, pero como ella misma dice: Nunca ocupará tu lugar.

Todos andamos cabizbajos, por lo menos en este recinto; todos te queremos de vuelta aunque ya sabemos que estás de viaje a la eternidad.

lunes, 31 de agosto de 2015




Todos estuvimos al tanto de su gravedad. Las llamadas a la sala de Terapia Intensiva del Hospital General Docente Saturnino Lora eran constantes. La casa de Olga Thaureaux, directora del periódico Sierra Maestra se convirtió en un puesto de mando para saber a cada instante sobre el estado de José Ángel Álvarez Cruz, Jefe de la Redacción Informativa de este rotativo.
Fueron jornadas de angustia con un infeliz final. Jose, como todos le decíamos, batalló contra la muerte durante 16 días. Una pancreatitis necrotizante le fue afectando poco a poco otros órganos. Desde el punto de vista médico y humano se hizo todo lo posible por salvarle la vida, pero el destino se empeñó en llevárselo de este mundo.

Ayer 30 de agosto de 2015, en horas de la mañana, la triste noticia de su muerte consternó a amigos, familiares, colegas y conocidos. Hasta los que pensaron no llorar sintieron correr las lágrimas por las mejillas.

Es que Atila, el Caballo, la Finca o como quiera que se le conociera a José Ángel, era un ser especial, exclusivo, jaranero, jovial; muchos dirían que el mejor de los jefes, ese que daba o quitaba en la justa medida.

Álvarez Cruz se gradúa de licenciado en Periodismo en la Universidad de Oriente en julio de 2002 y en septiembre de ese año inicia su vida laboral en la Agencia de Información Nacional (AIN) en su sede de Santiago de Cuba.

Desde entonces le dio cobertura a importantes acontecimientos nacionales e internacionales. En septiembre de 2007 se traslada al periódico Sierra Maestra en la función de Jefe de la Redacción Informativa donde laboró hasta el final de sus días.

Su pluma precisa marcó un hito entre sus colegas. Su carisma atraía multitudes y lograba que sus subordinados no solo lo vieran como jefe, sino que lo supieran también amigo…porque lo era.
Él nos legó su alegría. Y sí, nos ha dejado un vacío y el sinsabor  de verlo marcharse a pesar de sus 38 años y de su fortaleza física, pero nos queda el recuerdo de haberlo conocido y haber formado parte de su vida y hasta de sus aventuras en este instante al que denominamos vida.

Sus cenizas fueron esparcidas en la playa Aguadores de esta ciudad, sitio en el que alguna vez dijo que quería descansar eternamente.

Hasta allí llegaron familiares, compañeros, colegas y conocidos para darle el último adiós y decirle: en paz descanses amigo.