Tal vez imaginé ver a
una señora con una mota de algodón de cabellera, sin embargo, aún sus escasos
mechones oscuros, aparejado a su cara bonita y su menuda figura, mienten ante
la imagen de una centenaria.
Cuentan que eran 12
hermanos entre los que se hallaba ella: María Caridad Renté Puertas, nacida el
10 de noviembre de 1916 en Guantánamo.
A eso de los ocho
años se traslada con la familia a la finca La Economía en el Ramón de las Yaguas,
donde creció en un agradable ambiente familiar.
Con 21 años contrae
nupcias con Evaristo García Fernández a quien dio sus años mozos y dos hijos:
Manuel y Luis, uno ingeniero y el otro económico, respectivamente.
Dicen que era muy
diestra y habilidosa en el arte de tejer. Siempre fue ama de casa, en tanto su
esposo era el técnico dental de la zona.
Han pasado los años y
ya su estabilidad no es la misma, su ritmo tampoco, pero su corazón sigue
siendo enorme y aún su casa es la casa de todos.
Como le escribiera
desde la distancia Manolito, uno de los nietos de esta longeva: “Ningún hotel
de lujo se compara con la paz de tu casa y con ritmo pintoresco recuerdo los
días que pasé contigo”.
Y añade: “Ese jardín
de historias y costumbres no estaría completo sin tu paz y sabiduría (…)
gracias mi Curu por compartir un pan y un techo, gracias por tus consejos y lo
mucho que nos ayudaste. Papi dice que la educación de un hombre comienza varias
generaciones antes que la de uno y yo honestamente creo que nuestras vida
profesional y personal es un resultado de ese enorme deseo tuyo”.
Cachumba, como se le
conocía desafía los años ¡y ha llegado a los 100! En su fiesta de cumpleaños
una generación y otra intercambiaron recuerdos y rememoraron el árbol
genealógico. Su celebración fue un brindis por la vida, un convite por la
familia y un abrazo de paz.
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